miércoles, 25 de marzo de 2009

FRASE DE LA SEMANA 25-03-2009

Sólo una cosa vuelve un sueño imposible: el miedo a fracasar.

Paulo Coelho
«No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios»
Hoy celebramos la fiesta de la Anunciación del Señor. Dios, con el anuncio del ángel Gabriel y la aceptación de María de la expresa voluntad divina de encarnarse en sus entrañas, asume la naturaleza humana —«compartió en todo nuestra condición humana, menos en el pecado»— para elevarnos como hijos de Dios y hacernos así partícipes de su naturaleza divina. El misterio de fe es tan grande que María, ante este anuncio, se queda como asustada. Gabriel le dice: «No temas, María» (Lc 1,30): el Todopoderoso te ha mirado con predilección, te ha escogido como Madre del Salvador del mundo. Las iniciativas divinas rompen los débiles razonamientos humanos.

«¡No temas!». Palabras que leeremos frecuentemente en el Evangelio; el mismo Señor las tendrá que repetir a los Apóstoles cuando éstos sientan de cerca la fuerza sobrenatural y también el miedo o el susto ante las obras prodigiosas de Dios. Nos podemos preguntar el porqué de este miedo. ¿Es un miedo malo, un temor irracional? ¡No!; es un temor lógico en aquellos que se ven pequeños y pobres ante Dios, que sienten claramente su flaqueza, la debilidad ante la grandeza divina y experimentan su poquedad frente a la riqueza del Omnipotente. Es el papa san León quien se pregunta: «¿Quién no verá en Cristo mismo la propia debilidad?». María, la humilde doncella del pueblo, se ve tan poca cosa... ¡pero en Cristo se siente fuerte y desaparece el miedo!
Entonces comprendemos bien que Dios «ha escogido lo débil del mundo, para confundir lo fuerte» (1Cor 1,26).
El Señor mira a María viendo la pequeñez de su esclava y obrando en Ella la más grande maravilla de la historia: la Encarnación del Verbo eterno como Cabeza de una renovada Humanidad. Qué bien se aplican a María aquellas palabras que Bernanos dijo a la protagonista de La alegría: «Un sentido exquisito de su propia flaqueza la reconfortaba y la consolaba maravillosamente, porque era como si fuera el signo inefable de la presencia de Dios en Ella; Dios mismo resplandecía en su corazón».
Comentario: Rev. D. Josep Vall i Mundó (Barcelona, España)

miércoles, 18 de marzo de 2009

FRASE DE LA SEMANA 18-03-2009

Enseñemos a perdonar; pero enseñemos también a no ofender. Sería más eficiente.

José Ingenieros


RECONCILIACIÓN, VERDADERA ALEGRÍA


En la actualidad es cada vez más frecuente escuchar, en todos los niveles sociales y en todos los lugares, que ante los problemas y dificultades de la vida diaria se diga: "Tengo que ir al psiquiatra", "Necesito un relax", "Creo que me han hecho brujería", "La suerte no está de mi lado", etc. Esto no es más que una clara muestra de que muchas personas están alejadas o parecen haberse olvidado de ese gran sacramento que nos dejó Cristo, que es el sacramento de la Reconciliación.

La paz interior y la felicidad, o la paz con el prójimo, es hoy en día una cuestión que depende más de la opinión u "orientación" que podamos tener de un psiquiatra, de un adivino o del azahar del destino, que de nuestro acercamiento con nuestro Creador. El resultado de ello es una mayor confusión, desuniones, rupturas matrimoniales, hijos abandonados, desesperanza y tristeza.
Son nuevas formas de salida ante los problemas y sinsabores que plantea la vida. Frases como "no necesito confesarme porque no tengo pecados", "por qué le voy a decir mis pecados a un sacerdote", "yo le pido perdón a Dios directamente", "si no he matado ni robado por qué voy a pedir perdón", etc., son una demostración palpable que hay desconocimiento de lo que es el sacramento de la Reconciliación.

Entre las razones que pueden explicar esta situación tenemos que muchas personas le dan poco valor a la Reconciliación como la forma más eficaz de estar feliz con uno mismo y con los demás, debido a una errónea visión de Dios. Se cree que Dios es un ser castigador y que sólo está pendiente de saber nuestros pecados para sancionarnos. Ello hace que no se le tenga confianza y se evite la confesión.
Otro aspecto negativo es el concepto que se tiene de lo que es el pecado. Las actitudes inapropiadas, las conductas inmorales, muchas veces son presentados en los medios de comunicación como cosas naturales, y por lo tanto la gente que recibe estos mensajes los va tomando como algo natural y común. De allí surgen argumentos como "si todos lo hacen por qué yo no".
También es cierto que algunas personas "viven su fe" de acuerdo a sus gustos y debilidades. No siguen las normas que manda la Iglesia sino que las interpretan y cumplen de acuerdo a sus horarios, flojeras, deseos, etc. "Para qué voy a misa si puedo rezar en cualquier momento", "Es sólo una mentirita...", "Después me confesaré, por ahora no tengo tiempo", son algunas expresiones que denotan una mala práctica de la fe que sólo apuntan a una vida alejada de Dios y por lo tanto infeliz. Es necesario recordar que la verdadera conversión implica un esfuerzo y alejamiento de los malos hábitos o estilos de vida adquiridos por la costumbre.
Hay que entender con mucha claridad que Dios es nuestro Padre, que envió a su Hijo para que nos libre del pecado y nos enseñe el camino para llegar al cielo, la felicidad eterna. Él es el amor perfecto hacia nosotros, por lo tanto no es un ser castigador que sólo está pendiente de nuestros pecados. Él sabe que somos seres imperfectos y que pecamos y por eso nos ofrece la maravillosa oportunidad del perdón mediante el sacramento de la Reconciliación, en el cual exponemos nuestros pecados ante un representante suyo -el sacerdote-, nos arrepentimos y procuramos no volverlos a cometer, y luego nos absuelve de ellos limpiando nuestra alma. ¡Dios nos ama a pesar de nuestros defectos!
Recordemos aquella parábola del Hijo Pródigo, en la que el padre recibe con todo cariño a su hijo que retorna a la casa luego de haberse marchado por el mundo derrochando la fortuna que había recibido. Así, nuestro Padre celestial nos abre los brazos con su misericordia infinita para recibirnos con todo su amor cada vez que acudimos a Él. Y el sacramento de la Reconciliación nos permite ese encuentro con nuestro Creador.

miércoles, 11 de marzo de 2009

FRASE DE LA SEMANA 11-03-2009

Quizás el sufrimiento y el amor tienen una capacidad de redención que los hombres han olvidado o, al menos, descuidado.

Martin Luther King

LA ABSTINENCIA Y EL AYUNO

En este espíritu de penitencia y conversión, la Iglesia pide a sus fieles que practiquen la abstinencia y el ayuno durante el período cuaresmal. Durante mucho tiempo las prescripciones furon muy rigurosas y se extendían prácticamente a todos los días de la Cuaresma, a excepción de los domingos. Más tarde, tras la reforma litúrgica que emprendió el concilio Vaticano II (1962-1965), la Iglesia juzgó oportuno suavizar este rigor, pues resulta difícil su observancia en nuestro mundo contemporáneo. En la actualidad, pide solamente a los fieles que observen estas prácticas, al menos, el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo. Los demás días de la Cuaresma mantener una disposición de renuncia voluntaria, de apertura a Dios y a los demás. La abstinencia afecta sólo a la carne. El ayuno añade, la obligación de una privación notable de la cantidad de alimento para personas adultas con buena salud. El ayuno no tiene otro sentido que el permitir una apertura hacia el otro, hacia el necesitado. Dicho de otro modo si nos privamos de algo es para poder darlo a quienes tienen necesidad de ello.

miércoles, 4 de marzo de 2009

Frase de la semana 4-03-2009


Creo para comprender, y comprendo para creer mejor.

San Agustín